En el noroeste de Costa Rica, se encuentra Monteverde con su famoso bosque nuboso. En 1966, descubrieron una nueva especie que habitaba en este bosque, siempre fresco y húmedo. Gracias a su color naranja fluorescente, le dieron el nombre de Sapo Dorado (incilius periglenes). Con su color llamativo, el pequeño anfibio se hizo bastante famoso, salió en “National Geographic” y contribuyó al desarrollo turístico de Monteverde. Incluso, hay un hotel que lleva su nombre.
El Sapo Dorado vivía muy retirado y se dejaba observar solamente durante su época de apareamiento. Al principio de la época lluviosa, numerosos ejemplares se reunían alrededor de los charcos. Dejaban los huevos en charcos temporales, que se convertían en renacuajos dos meses después de ser depositados.
Hasta los años ochenta, la deforestación avanzaba rápidamente, con el fin de crear espacios para la ganadería. La película alemana “Dschungelburger” ha documentado de manera impresionante ese proceso.
En consecuencia, muchos charcos se secaban – y con ellos huevos y renacuajos.
Quedaban cada vez menos ejemplares, y a mediados de 1989, fue la última vez que se pudo ver un Sapo Dorado. El Sapo Dorado fue la primera víctima del calentamiento global.
[Kurt Beisswenger, Costa Rica]
Sapo Dorado:
Teresa de Frankfurt a Klaus:
Hola Klaus, ¡qué triste!. Tu historia me recuerda mi tiempo en Nicaragua, en 1995.
Estuvimos trabajando unas semanas con grupos de varios países sobre el tema de “Ecología y Aprendizaje”. En ese entonces, la lucha de los Contras – manejados desde el extranjero – contra el Ejército ya había arruinado el país y paralizado la revolución. Un ejemplo que me quedó muy grabado:
En las orillas de las carreteras, los niños empezaron a ofrecer por unas monedillas valiosos animales como el armadillo, un símbolo nacional de Nicaragua. Todavía siento un dolor.
Ahora se suma el sapito extinto…