El Aire Acondicionado mantiene una temperatura de 18°C. Estando de pie, detrás del mostrador, me llega un leve olor de los embutidos y de la carne expuestas delante de mí.
Una cliente entra y se dirige a las carnes. Luego de saludarla amablemente, la pregunto qué desea. Resulta que ella quiere dos pechugas de pollo. Entonces las saco del mostrador, lo envuelvo en el papel parafinado y pongo el paquete en la balanza. Seguidamente, tomo una bolsita de plástico, en la que se envuelve toda la carne fresca, con el fin de evitar que se ensucie el bolso de la cliente. De repente, la señora dice: «Sin plástico, por favor». Ante mi mirada incrédula, ella agrega: «no me gusta encerrar a los animales, ni a los vivos ni a los muertos». Comprensivo, dejo la bolsita de plástico y meto las pechugas solamente en una bolsa de papel. El cliente es rey. «Son 7 Euro y 36 Cents por favor». La cliente paga y sale del local contenta.
Del otro lado del mostrador, ya hay un cliente nuevo. Luego de saludarlo amablemente, le pregunto qué desea. Después de pensarlo un poco, el señor pide un muslo de pollo frito para llevar, y que se lo caliente en el microondas. Mientras el muslo se está calentando, envuelto en el papel parafinado, el señor me paga los dos Euro y 20 Cents. Me preparo un papel aluminio, envuelvo el muslo, antes de meterlo en una bolsita de papel, para mantenerlo caliente y para evitar que se filtre alguna grasa. Asi, envuelto en papel parafinado, papel aluminio y una bolsa de papel, se lo entrego al cliente. Pero él me detiene: «Podría meter el muslo en una bolsita de plástico, para que no se derrame nada? Además, ocupa una bolsa para llevarlo». Con mi mirada tato de averiguar si el cliente habla en serio. Pero él no reacciona, sabiendo que tengo que cumplir – el cliente es rey. Entonces lo envuelvo todo, tal y como el señor desea, le doy la bolsa de plástico para llevar y le deseo un buen día.
La siguiente cliente entra y pide una sopa de almuerzo, también para llevar. En la mano tiene un recipiente de “Túpper” y me solicita darle la sopa en el “Túpper”. Eso es nuevo para mí, y lo consulto con el cocinero. Él me informa que, por razones de higiene, no podemos recibir el recipiente. Entonces, la señora recibe su sopa en el habitual recipiente de estereofón, tapado con papel aluminio. Para evitar cualquier derrame, todo se envuelve en una gran bolsa de plástico. La señora está visiblemente molesta, pero paga los 4 Euro y 50 Cents y sale de la carnicería, mientras le deseo un buen día.
[Jonathan Ramme, Frankfurt am Main/Allemania]